sábado, 26 de octubre de 2013

...la sociedad hoy en día no aprecia a los viejos, porque ya no tienen más nada que dar. Las arrugas, que representan medallas de la vida, al igual que la flor marchitada, son señales de que la muerte ya está cerca.

Las personas mayores, deben de aprender a convivir con su mayor enemigo: La soledad, y ya lo dijo Gabriel García Márquez: "El secreto de una buena vejez es un pacto honrado con la soledad". Los viejos están obligados a fingir que son jóvenes, yendo en contra de lo que decía Voltaire: "Quien no tiene las virtudes de su edad, tendrá que cargar con sus defectos". ¡Qué triste cuando la sociedad desecha las virtudes de los mayores! Por eso, un joven que no respete a un viejo, nunca debería tener derecho a ser viejo algún día, ya que el ser humano no muere cuando su corazón deja de latir, sino cuando deja de sentirse útil.

Todo esto, a pesar de que Miguel Ángel terminó "El juicio final" a los setenta años, Goethe tenía ochenta y uno cuando escribió "Fausto", y Sófocles escribió"Edipo en Colono" a los ochenta. El viejo es visto como ese "trasto viejo", pasado de moda, que ya no sirve para nada, y que no se sabe por qué no se termina de botar o morir. Sin embargo, mi mamá solía decirme: "Carlos, si quieres ser viejo mucho tiempo, hazte viejo pronto". ¡Para mí, la vejez es lo más cercano a la sabiduría!


Extracto del artículo publicado por Carlos Dorado en el diario
El Universal, sábado 26 de octubre de 2013

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