martes, 24 de julio de 2018

NIETOS


Los nietos son como herencias: tú los recibes  sin merecer. Sin haber hecho  nada para eso, de repente caen del cielo...
Sin tener que pasar por   las penas de amor, sin los compromisos del matrimonio, sin los  dolores de la maternidad.
Un nieto es realmente, sangre de tu sangre.
Con la edad llega la nostalgia de alguna cosa que tenías y  que se fue  sutilmente junto con la juventud. Mi Dios, ¿para dónde se fueron los chicos? Se transformaron en aquellos adultos llenos  de problemas que hoy son  los hijos, que tienen suegros, cónyuge, empleo, apartamento y obligaciones. Tú no reconoces  de modo alguno a tus niños perdidos. Son  hombres y mujeres. No son más aquellos que tú recuerdas...
Y entonces, un lindo  día, sin que te  impongan ninguna  de las agonías de la gestación o del parto, el doctor te coloca en los  brazos un bebé.  Completamente gratis.
Sin dolores, sin llantos, aquel niñito  por el cual morías de nostalgia, símbolo de tu juventud, lejos  de ser un extraño, es uno de tus hijos que te devuelven. Y lo raro es que todos te reconocen el derecho  de amarlo con extravagancia.
Tengo la seguridad  de que la vida nos da nietos para compensarnos de todas las pérdidas que acompañan a la vejez. Son amores nuevos, profundos y felices, que vienen a  ocupar aquel lugar vacío, nostálgico, dejado por los arrebatos  juveniles.
Y cuando tú abrazas al niño y él, aún dormido  abre un ojo y te dice: "Abu!” tu corazón estalla de felicidad, como pan en el horno!
Para mis amigos abuelitos"

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