lunes, 31 de marzo de 2014

Mito 3 del envejecimiento


El hombre y la mujer envejecen de la misma manera

La mujer y el hombre envejecen de distinta manera. Ante todo, la mujer es más longeva que el hombre, y parte de su ventaja en cuanto a esperanza de vida es de índole biológica. Lejos de ser el sexo más débil, la mujer parece ser más resistente que el hombre a cualquier edad, pero sobre todo en la primera lactancia. La mujer puede tener una ventaja biológica también en la edad adulta, por lo menos hasta la menopausia, ya que sus hormonas la protegen de la cardiopatía isquémica, por ejemplo.
Actualmente en las Américas la esperanza de vida femenina en el momento del nacimiento oscila entre algo más de 52 años en Haití y más de 80 en ocho países, donde la ventaja femenina característica en cuanto a esperanza de vida varía de cinco a ocho años. Como resultado de ello, las personas de edad con más años son sobre todo mujeres. Sin embargo, vidas más largas no son necesariamente sinónimo de vidas más saludables, y los patrones de salud y enfermedad de la mujer y el hombre acusan marcadas diferencias. La longevidad de las mujeres las hace más
proclives a contraer enfermedades crónicas que por lo común se relacionan con la vejez. Por ejemplo, se sabe que es más probable que la osteoporosis, la diabetes, la hipertensión, la incontinencia y la artritis aquejen a la mujer que al hombre. Al reducir la movilidad, las enfermedades discapacitantes crónicas como la artritis repercuten sobre la capacidad para mantener relaciones sociales y, por ende, sobre la calidad de vida. Los hombres tienen más probabilidades de sufrir cardiopatías y accidentes cerebrovasculares, pero a medida que las mujeres envejecen, dichas enfermedades se convierten en las principales causas de muerte y discapacidad también para ellas. La idea generalizada de que las cardiopatías y los accidentes
cerebrovasculares son exclusivamente problemas del hombre ha impedido reconocer su importancia para la salud de la mujer en una edad más avanzada, requiriéndose más investigaciones al respecto.

Género, salud
Si bien algunas diferencias entre la mujer y el hombre obedecen a características
biológicas, otras se deben a las funciones y responsabilidades determinadas a nivel social, es decir, a las divisiones y las funciones por género. En el pasado, la mujer no siempre fue más longeva que el hombre. En Europa y América del Norte, la brecha recién comenzó a producirse a medida que el desarrollo económico y los cambios sociales fueron eliminando algunos de los riesgos más importantes para la salud femenina. Merced a un control mayor del tamaño de la familia y mejoras en las condiciones de vida y de higiene, el riesgo de la mujer de morir en el parto disminuyó. Al mismo tiempo, la división del trabajo según el género llevó al hombre a asumir más riesgos ocupacionales conforme la industrialización se iba propagando a más países. Como resultado, las defunciones masculinas por causas ocupacionales han sido siempre más numerosas que las femeninas.
Los factores relacionados con el modo de vida, combinados con los riesgos ocupacionales, han contribuido a un número mayor de defunciones prematuras entre los hombres, sobre todo en las sociedades industrializadas.

El efecto de la discriminación por razones de género
En algunas sociedades, la ventaja biológica de la mujer se ve reducida por su desventaja social. La ventaja natural de la mujer en cuanto a esperanza de vida se ve disminuida sustancialmente en sociedades en las que la mortalidad infantil femenina es más elevada y donde las niñas sufren discriminación. En todos los países las desigualdades de ingresos y de riqueza en las etapas tempranas de la vida hacen que, en la vejez, las mujeres tiendan a ser más pobres que los hombres. En todas partes la mujer sigue ganando menos que el hombre, y a menudo su presencia está concentrada en trabajos menos remunerados. En los países industrializados, los
ingresos de las mujeres en concepto de pensiones y seguridad social siguen siendo inferiores a los que perciben por idéntico concepto los hombres, y generalmente son inferiores porque las mujeres interrumpen sus carreras con más frecuencia que los hombres para atender a la familia.
De hecho, tanto en los países desarrollados como en los en desarrollo, la entrada de la mujer a un trabajo remunerado rara vez la libera de sus responsabilidades de trabajo doméstico, y esta carga doble tiene su costo en la salud. En los países en desarrollo, donde la mayoría de las personas no cuenta con el beneficio de los planes públicos de seguridad de ingresos en la vejez, las mujeres mayores casi siempre dependen de sus familias.
Como las mujeres viven más que los hombres, también tienen más probabilidades de
enviudar, y esta tendencia se ve reforzada por el hecho de que casi todas se casan con hombres mayores que ellas. De hecho, para la mayoría de las mujeres la viudez es una perspectiva probable para los últimos años de su vida adulta. En algunas sociedades, las normas sociales de la viudez imponen limitaciones que tienen efectos negativos sobre el bienestar de la viuda. En particular, los derechos de herencia a menudo no están bien establecidos, pudiendo incluso llegar a ser inexistentes en la práctica. Mientras que la gran mayoría de las mujeres de edad más avanzada en los países desarrollados logra adaptarse a la viudez, ésta sigue siendo uno de los
factores principales vinculados con pobreza, soledad y aislamiento.
Los planes de acción formulados en conferencias internacionales recientes de las Naciones Unidas instan a los países a rever sus marcos jurídicos para eliminar la discriminación entre el hombre y la mujer. Entre los asuntos tratados en dichos planes cabe mencionar el acceso igualitario a la educación para niños y niñas, la lucha contra todo tipo de discriminación contra las niñas y la eliminación de prácticas tradicionales negativas. Muchas de estas primeras intervenciones contra la desigualdad permitirán establecer una trayectoria de vida más propicia para un envejecimiento saludable y activo. Además, las organizaciones no gubernamentales y las de la mujer tanto en los países desarrollados como en los en desarrollo están prestando más atención a las cuestiones urgentes que hoy enfrenta la mujer de edad. Hay ejemplos alentadores de adultas mayores que forman por sí mismas grupos de promoción de su causa y que dan comienzo a proyectos de autoayuda que aumentan su poder y su calidad de vida.
El análisis por género estudia los orígenes de las diferencias biológicas, las desventajas y la desigualdad entre la mujer y el hombre, y tiene por objeto mejorar la calidad de vida de ambos conforme van envejeciendo.

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